Pipolaki es una marca que nació a los pies de los Pirineos y que propone boinas y accesorios revisitados que se destacan por su calidad y su autenticidad. Su ascensión hacia la cima fue singular, pero se impone finalmente como una de las preferidas del invierno.
En efecto, creada en 1962, la marca francesa va viento en popa y supera una meta después de haber adornado las cabezas de ambos vencedores del eslalon en los JJ. OO. de Innsbruck dos años luego. Sin embargo, será la obligación de llevar un casco en las pistas que vendrá a bloquear la máquina hasta que dos apasionados de moda retomen las riendas de la marca en 2014, reinventándolo. Desde entonces, sus accesorios disfrutan de un reconocimiento merecido, prueba de su saber hacer constante.
Desde 2014, las gorros Pipolaki ganan al público, a las familias, a los grupos de amigos, a los profesionales que hacen de ellos accesorios ineludibles para sus vacaciones, su deporte, su cotidiano, simplemente, aun lejos de las pistas. La marca francesa ofrece en efecto accesorios que se distinguen por su calidad, su lado muy anclado en la modernidad, el todo basado en un saber hacer sólido.
Su secreto para atraer y convencer a un público más y más importante reside en sus producciones reimaginadas. Pipolaki ofrece boinas y accesorios que asocian gran calidez y confort supremo. Son también colecciones de las personalizaciones gráficas originales, fuertemente contemporáneas, al mismo tiempo de colores atractivos para complacer aun a los más jóvenes. Es esta pericia que combina "saber hacer, autenticidad, calidad y estilo único" que marca tanto la diferencia desde hace varias décadas.
El éxito de Pipolaki brotó de sus valores bien anclados en el respeto del medio ambiente. La marca apostó en efecto por el uso de materias ecológicas y recicladas para ofrecernos creaciones duraderas. Así que sus envoltorios y etiquetas, de aquí en adelante, son enteramente hechos de materias recicladas, al igual que la totalidad de sus forros polares. Es lo que llamamos hacer algo provechoso y agradable a la vez.
Llevar un Pipolaki equivale por lo tanto a darse gusto o hacer feliz a uno, insistiendo sobre el bienestar y la protección.