Esto ocurre en Irlanda y todo empezó en 1921 cuando un joven de 16 años respondió a una oferta de empleo para un aprendiz en una sombrerería. Ese joven era David Hanna, el fundador, y tuvo que pedalear más de 60 km hasta el otro lado de un país nuevamente dividido. Tres años después, falta de interés por parte de los herederos legítimos, el destino colocó las riendas de la empresa entre sus manos. Así fue establecido en 1924 el nombre Hanna Hats.
Enamorado de su profesión, David se enfrascó más en la confección antes de iniciarse a la concepción de nuevos modelos tras un pedido fortuito. Un pedido que fue al origen del famoso Hanna Hat n.º 84. Se interesó después particularmente en la creación. Y eso hice que las piezas que salían de su taller ganaron más autenticidad.
El hecho a mano para siempre responder a las tendencias clásicas o revisitadas
Cuando falleció David, sus cuatro hijos recuperaron la empresa familiar, formando así le segunda generación de Hanna Hats. Con una pasión por los bonitos tejidos, la satisfacción del cliente y la mejora de la calidad del servicio, izaron el taller familiar a otra dimensión. Los sombreros y gorras procedentes de sus manos expertas así daban testimonio de acabados de alta gama y cumplían con aún más con las esperas de los usuarios en términos de funcionalidad y de originalidad.
Administrada hoy día por la tercera generación, el actual equipo de artesanos apuestan por el respeto de las reglas y de los principios del fundador y de sus predecesores, mientras osando una pizca de innovación continua. En Hanna Hats, encontremos pues clásicos intemporales y clásicos reimaginados, a la punta de la moda. Cada pieza es en sí misma única porque hecha a mano y según las tradiciones.
Esto sigue ocurriendo en Irlanda, en el mismo marco pintoresco de un pueblo bañado hasta ahora en las ancianas historias que hacen la identidad la marca. Desde hace casi 100 años, los accesorios son confeccionados en el mismo taller y siguiendo las mismas recetas ancianas: tejidos naturales, hecho a mano, una pasión heredada y alimentada por un cuadro auténtico: Donegal.
Llevar un Hanna Hats es elegir cubrirse con una pieza realizada, desde la concepción hasta la fabricación, en la última sombrerería todavía en actividad en Irlanda.
Mejor que un simple accesorio, lleva un elemento intemporal que, por sí solo, es rico en enseñanzas, herencia y tradiciones.